Vacas hippies de Bocatas

Hace unos seis años, allá por el 2017, tuvimos unos días libres en agosto y fletamos un coche mi amiga Espe y yo con otros tres «recuperaos» (Michi, Leo y Harry Poter), para ir a ver a otro exyonqui bocatero, el Meji, que habíamos colocado de guardés en el cole de un amigo mío a las afueras de Barcelona y que nos pedía siempre que fuéramos a verle.

Estuvimos cinco días que fueron una bendición. El cole, una casona grande, tenía colchones, cocina industrial, una piscina y estaba situado en una pequeña sierra a la que poder salir a pasear y correr. Las aulas en las que dormíamos tenían aire acondicionado, así que se nos encendió la bombilla: podíamos empezar a llevarnos de vacaciones a gente que íbamos conociendo sin recursos para irse de vacas.

Y de cinco que empezamos a los noventa y cuatro que vamos hoy, de catorce nacionalidades, dos presos de cárcel en permiso, un súper amigo ciego (el Paquillo), chavalillos de una familia de Centroáfrica, exyonquis (alguno semiyonqui todavía a día de hoy), apátridas, exiliados, inmigrantes sin papeles y luego muchos amigos que vienen a servir, a cocinar y a fregar.

Antes solo existía una sola regla, que era ir a la playa por las tardes, pero desde el año pasado que cambiamos de sitio a Almuñécar y estamos a cien metros de la playa, ya no hay regla ninguna… es una cosa muy hippie, pero lo que hay en el fondo es un grupazo de amigos con una sensibilidad por el prójimo y una madurez de vida acojonantes que hacen que hasta el día de hoy las vacas hayan sido una paraíso humano y un ejemplo de amor al prójimo. ¿La Iglesia en la que caben todos, de la que habla este papa Francisco? Justo esa. Pura ternura.

NACIONALIDADES

• África (3)
  1.- Marruecos
  2.- República centroafricana
  3. Egipto
• Asia menor (1)
  4 Palestina
• América (8)
  5.- Peru
  6.- Honduras
  7 Colombia
  8 Venezuela
  9 Argentina
  10 Guatemela
  11 Nicaragua
  12 El Salvador
• Europa (2)
  13 España
  14 Italia

Contaba ayer un relato diario que un Dios hecho carne mandó a su amigo Simón al mar a pescar un solo pez, abrirle la boca y sacar una moneda de plata para pagar los impuestos. El asombro con el que aquel hombre vio la moneda, indicaba la increíble compañía de Dios al hombre que se le desvelaba como Dios sin dejar de ser Misterio a la vez.

Ayer tres buenos amigos dejaron todo lo que se traían entre manos ese día para recoger a Paquillo el ciego en un pueblo a 4 horas de viaje, y traerlo a nuestras vacas hippies, 94 personas conviviendo juntas entre apátridas, sin papeles, menas, exyonquis…. Trajeron más de 200 huevos de campo, con pan hecho de un trigo único, y unos melones, sandías y uvas todo recién sacado de la madre tierra. Todo recolectado por los 3 amigos y donado para una obra de caridad como estas vacas hippies que acoge a tanta gente que sufre en nuestro mundo. Después de comer Paquillo nos contó su vida, llena de lances y sinsabores, para encontrar finalmente la casa del Padre (la del misterioso hombre de la moneda de plata).

Hoy, como ayer, el asombro es el mismo. Signos misteriosos que agitan el corazón y remiten a una sola cosa: la ternura de un Dios por lo humano que llega a los más necesitados.
Signos ingenuos, tremendamente ingenuos, pequeños e ínfimos que no valen para ganar más fama, dinero o comodidad. No valen para uno mismo. Absurdos desde una cierta lógica racional.

Cuenta el relato más adelante que a este hombre por hacer y proclamar estas cosas raras lo mataron por envidia. Y unos 3 días desde su muerte sus seguidores proclamaron por los cuatro vientos el grito que desde entonces jamás se ha apagado y mas lúz y humanidad ha generado en este mundo:

«¡¡JESUCRISTO HA RESUCITADO!!»