Pepe es un chaval que con 17 años en 2007 tuvo un grave accidente de tráfico a la salida de un poblado de la droga de dónde salía de pillar droga quedándose tetrapléjico. A veces le dan bajones y ultimamente debido a la postración en cama por una escara y al COVID que hace más difícil la poca vida social que tenía, le vienen pensamientos suicidas, se autoataca mordiéndose los dedos de las manos, y empieza a pedir la eutanasia. Le han restringido el acceso a la residencia donde vive porque consiguió que algún camello le llevara droga.
Hamouda es un chavalín marroquí de 19 años que vivió dos años por las calles de Melilla aspirando pegamento como tantos otros chavales. En su intento de pasar a la Península saltando a un ferry, viendo que un amigo suyo se iba a caer, al ir a ayudarle, se cayó y se partió la médula quedando parapléjico. La trabajadora social del hospital de Toledo, viendo que nadie lo quería llamó a mis amigos Juan y Luci que viven en una casa increíble de acogida con más de 40 personas. Le han acogido y lleva un año fumando porros no aceptando todavía su condición.
Kamasan es un chaval africano de 15 años. Llegó donde trabaja una amiga nuestra trabajadora social. La policía decidió que era mayor de edad y le echaron del recurso donde estaba. Como no le dieron papel ninguno no tiene acceso a los recursos de menores pero tampoco a los albergues de mayores.
Juli es una jovencita hondureña. Llegó a Bocatas por otra chavala argentina que llegó a España justo con el confinamiento de marzo 2020 con una mano delante y otra detrás. La ayudamos a salir adelante y ahora que trabaja se dedica a ayudar a su vez a gente que está como llegó ella, desamparada. No pudiendo contratarla en su trabajo por no tener papeles, la derivó a Bocatas. El primer sábado que vino de excursión a la montaña con nosotros dijo que fue uno de los días más felices de su vida. No conozco su vida, pero nuestra amiga trabajadora social me comentó una vez, lo que algunos chavales de tan corta edad han tenido que pasar y sufrir refiriéndose a ella.
Ryan es un chaval de 11 años marroquí con una hermana pequeña que viven con su madre maltratada, venida a menos, hasta hace poco engañada porque alquiló una habitación de una casa que estaba ocupada. Hace de padre de familia porque su madre tiene una depresión que le impide moverse y responsabilizarse con normalidad. Una familia amiga lo tiene medio adoptado recogiéndole cuando nos vamos los sábados de excursión. A veces le entra miedo y ganas de llorar pero aguanta el tirón con una responsabilidad increíble.
Felipe tiene 50 años. Empezó con el reiki, videos de autoayuda y todo este mundo de las energías. Le hizo la cabeza polvo y abandonó su cómodo trabajo fijo. Su mujer viendo el deterioro humano y las cosas tan raras que decía, terminó por echarlo de casa. Después de estar perdido un buen par de años ha empezado de nuevo un camino con los amigos de Bocatas en el garaje donde tenemos el almacén, dando una ayuda.
Ángel, casi 60 años, tiene un pequeño retraso de nacimiento. Ahora está huérfano y tiene casi todos los servicios sociales en su mano que le facilitan ser libre y vivir solo. Cuando le conocimos vestía con harapos y desastrado y tenía a su alrededor como únicos amigos alcohólicos que se aprovechan de él y de su pensión.
Zulai es una mujer venezolana de 60 años que, como tantos de sus compatriotas, ha aparecido en Madrid con una mano delante y otra detrás después de estar varios años en Grecia donde la han medio expulsado. Ángel la tiene acogida en su casa. El otro día lloraba de agradecimiento por haberle financiado la compra de unos medicamentos y haberle conseguido un pequeño mini jobcuidando de una señora mayor por las noches.
C. es un chaval joven de no más de 25 años que viene de lejos, de un país del Este de Europa. Es como un perro apaleado porque es muy sensible y gay, y en su país de origen le han maltratado sistemáticamente. Ahora vive en un albergue y tiene problemas con el alcohol donde se refugia para defenderse de este mundo. Después de 4 viernes viniendo con los Bocatas al poblado, se atrevió a quedarse a cenar con nosotros en el Burger. Le invitamos a un menú de 3,95€. Cuando salió se puso a llorar de agradecimiento diciendo que no recordaba haberse sentido normal y acogido en ningún sitio desde hacía muchos años.
Jean Baptiste es un camerunés que hizo todo el increíble y peligroso periplo desde su país hasta España. Después que unos amigos nos lo dejaran en Madrid con una mano delante y otra detrás, ahora trabaja feliz de cocinero en un afamado y buen restaurante de la ciudad.
Rafa es un vecino del barrio jubilado después de cotizar más de 45 años a la seguridad social. Soltero y sin muchos amigos, después de la jubilación entró en una depresión profunda. “La soledad me ha hecho polvo”, me decía el otro día. Nos ha conocido y viene todos los días a echar un cable en el almacén de Bocatas y los viernes en el poblado.
Todos estos son producto de lo que el Papa llama la cultura del descarte de nuestra sociedad. Nadie los quiere. Pero a nosotros en Bocatas nos dan una ternura infinita. Están en las periferias. También, desgraciadamente, en las periferias de una Iglesia demasiado centrada en sí misma pese a los reclamos del Papa.
Para que una sociedad produzca esta tipología humana del descarte no hace falta ser una sociedad depravada o mala. Basta con que cada uno esté centrado en sus problemas: la Iglesia en su organización, el empresario en su empresa, el padre o madre de familia en sus hijos, los amigos en el plan de ocio del fin de semana, la ONG en sus proyectos y organización. Así de sencillo. Basta seguir el Google Calendar, donde nunca jamás entrarán estas personas descartadas de nuestros quehaceres diarios.
Y sin embargo, ¡¡Cristo las ponía en el centro de su atención!! Y así, desde hace 2000 ininterrumpidamente, el cristianismo ha generado una civilización que es la más correspondiente con lo humano. A base de este criterio central de atención a los más débiles y que más sufren, sin descartarlos.
Tenemos en mente además empezar cuatro iniciativas:
- Un grupo con una psicóloga amiga que durante la pandemia vino de voluntaria y se dio cuenta que llevar a sus chavales con trastornos de alimentación también de voluntarios era de gran ayuda para ellos. Este grupo está formado por chavales con la autoestima por los suelos y grandes inseguridades. Ya empezaron las primeras reuniones.
- Hemos empezado a contactar además con algún psiquiatra para que mande a sus pacientes con tendencias suicidas al almacén de Bocatas como voluntarios porque hemos comprobado el bien que hace esta actividad también a los amigos voluntarios con graves crisis afectivas, de adicciones y laborales, que van viniendo.
- Hashim, palestino, y Hassan, apátrida, después de más de cuarenta años en España, se han tirado la mayoría de su vida en el mundo de la droga y en la cárcel. Llevan limpios unos años y acaban de abrir una nueva «ruta Bocatas» los lunes por la tarde noche repartiendo caldo y bocadillos a los pobres del centro de Madrid. La ruta H&H de los Bocatas.
- Y finalmente querríamos que por familias y grupos de amigos pudieran “adoptar” dos-tres familias de las más de 200 que actualmente ayudamos con alimentos para acompañarlas. Porque para nosotros la pobreza es un problema humano y tiene que tener fundamentalmente una respuesta humana.
Sería una tragedia para el mundo actual que también la Iglesia, en palabras de este Papa, se mundanizara y se ocupara solo de sus asuntos: “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”. Al menos una voz en el espacio público que aboga por seguir generando esta humanidad, esta civilización. Gracias, Santidad.
Nosotros mientras tanto, no les abandonamos. Nos importan ¡¡Son nuestros amigos!!
Chules (La Voz de Córdoba, 7/3/2022)