¿Cómo algo tan sencillo como un bocadillo puede ser tan revolucionario? Un bocata es capaz de cambiar la vida de mucha gente y crear conexiones humanas tan increíbles que puedan dar una respuesta humana a la pobreza, dignificando y uniendo a muchas personas. Esto es la Asociación Bocatas y esta es su historia.
La Asociación ha ido creciendo gracias a la suma de una serie de gestos llenos de generosidad, que han logrado tejer relaciones humanas. Lo que empezó hace 27 años con un grupo de cuatro amigos se ha convertido en una comunidad que no solo da de comer, también atiende a personas con enfermedades mentales, con problemas de drogadicción, inmigrantes y otras que viven en la calle.
“La pobreza es un factor humano que debe tener una respuesta humana”, cuenta Jesús de Alba Muñoz, alias Chules, presidente de Bocatas a través de la iniciativa de Mejor Conectados de Telefónica. Por eso hay que impulsar las conexiones entre personas que rompen el círculo de la soledad, y que fomentan otros círculos mucho más fuertes: las relaciones de amistad (como la de sus fundadores).
El factor humano de la pobreza
“El efecto que producen las conexiones humanas no tiene límites”, asegura Chules. Por eso, desde la Asociación prefieren prestar una ayuda activa, dignificando a los colectivos a los que atienden y que no tienen cabida en la sociedad actual. “Nos hemos dado cuenta que es mucho más importante la posibilidad que tienen de ayudar, de incorporarse con nosotros y ayudar a otros”, comenta el responsable de la asociación. Porque, cuando conectamos somos capaces de hacer cosas increíbles.
De esta forma, quienes se han beneficiado de esa conexión se convierten después en parte de la solución, prestando ayuda a otros. Así, ellos mismos se sienten útiles y pueden poner en práctica su talento. Para Juan Benito Adolfo Veliz, beneficiario y voluntario en Bocatas, “cuando una persona se siente útil, se siente bien, su autoestima se eleva”. Benito viene de Perú y ha podido vivir la transformación y ser testigo también del cambio que sufren las personas que se benefician de esta ayuda activa: “Todos los que vienen acá entran siendo una persona y salen siendo otra persona, para mejor”.
Bocatas tiene en la actualidad su sede en el garaje de una iglesia, cerca del madrileño cementerio de La Almudena. Desde allí reparten, cada viernes, comida en La Cañada Real, uno de los lugares más duros de la Comunidad de Madrid. Con el tiempo han abierto otro punto de atención en la Plaza de Ópera, también en Madrid, para conectar cada lunes con personas que necesitan, no solo un bocata, también un abrazo.
La ayuda activa: devolver lo que reciben
Uno de los pilares de la tribu Bocatas (que es como les gusta llamarse) es “la posibilidad que tienen de integrarse en un grupo y poder ayudar a otros es tan bonito, que hace que salgan adelante de una manera mucho más activa”, dice el responsable de la Asociación.
Aquí, además de recibir comida, los voluntarios enseñan a los beneficiados aspectos tan importantes como hablar español, hacerse un buen CV para encontrar trabajo o utilizar herramientas digitales como el correo electrónico o el Onedrive para guardar su documentación y tenerla accesible allá donde estén.
La comunidad del bocata
Durante todos estos años han conseguido crear una comunidad en la que el ayudado después participa ayudando a los demás. Y ese es su valor diferencial. Ellos no reciben ningún tipo de ayuda, pero han conseguido ir más allá de repartir solo bocatas.
Y lo que comenzó siendo una apuesta de cuatro amigos por compartir con quienes más lo necesitan, se ha convertido en una comunidad abierta que alcanza ya a unos 200 voluntarios, que ayudan a 2.200 personas cada mes y que han repartido 146.000 kilos de comida.
Una tribu que atrae a adultos, pero también a niños. Para Esperanza Sánchez Gallego, voluntaria en Bocatas, lo que ocurre aquí “es precioso, porque surgen amistades y a través de ese vínculo de amistad es como se puede construir”. El secreto de éxito de esta tribu abierta a todo el que se quiera unirse, se centra en la frescura que irradia, y todo lo que aporta salir de uno mismo para pensar en los demás.
En palabras de Chules, Bocatas busca conectar con el lado humano de estas personas, “de tal manera que sepan que no están solos, que sepan que hay un grupo de amigos que les quiere, que hay una sociedad que les acoge en orden a que ellos puedan salir adelante con mucha mayor facilidad”.