Hace un par de semanas me escribió un chico que estaba en la calle y si le podía ayudar. Le contesté y que le llamaría, y ahí le tenía al pobre en espera.

Esta mañana leyendo el Evangelio me acordé de él y le dije si podía venir a mi trabajo hoy, y así ha sido como por fin le he conocido.

Me ha saludado con mucha alegría. No está en la calle ya que tiene el recurso de Simancas, pero eso es lo de menos, su sinceridad y la tristeza con la que contaba su historia desde que salió de Tánger con tan solo 15 años y el tiempo que ha pasado en centros, luego en calle, casa Okupa, calle… Me doy cuenta una vez más de la dureza de la vida de estos chicos. Está haciendo un curso pero desde las 13h se queda paseando, intenta no meterse en líos, y por lo que me ha contado me ha parecido sincero. Al decirme que está en Simancas, nuestro querido amigo Zakaryah le va a acoger para introducirle en la vida de Bocatas este miércoles. Una vez más me sorprendo con la respuesta de Zakaryah: «Pues claro, Espe. Le voy a contar lo que es Bocatas y lo que me ha ayudado a mí estar con vosotros».

Este chico se despedía con un gran abrazo. No sé si conectará con Bocatas o no; da igual.

Pero el Señor me ha acariciado una vez más con esto.

Espe
Ministra de relaciones con los menas
8/3/2022