Nuestro gran amigo Sebas murió el pasado 16 de julio de 2018 tras luchar duramente contra un cáncer. D.E.P.

«Jesús, pero no Jesús como un cuadro bonito o una imagen, objeto de piedad, como un altar donde elevar tus oraciones de rodillas. Jesús como factor de la realidad presente. Por cómo hemos sido educados es imposible que no lleguemos a afirmar como factor de mi realidad presente, en sufrida lucha, a Jesús» (D. Luigi Giussani, El atractivo de Jesús).

ÚLTIMOS Y PRIMEROS: EL TRÁNSITO DEL SEBAS

Ayer murió el Sebas. Mejor dicho, marchó a la Casa de la Vida. Convicción ésta que nadie nos puede arrebatar. Le conocí hace algo más de un año y nos vimos en contadas ocasiones; nada en comparación a los que han vivido con él. Le conocimos cuando conocimos a la gente de Bocatas, un grupo peculiar de cristianos que desde hace más de veinte años están por la Cañada Real compartiendo su amistad y sus bienes con los yonquis y otros hermanos malvistos por la mayoría.
Cruzarnos con los de Bocatas, Chules a la cabeza, ha sido para nosotros un regalo de Dios… Unos católicos que andan habitualmente con gente despreciada, que rezan y comulgan, que se comportan como ácratas espontáneos y festivos desechando formalidades burocráticas, la doma de las subvenciones y todo ese lenguaje repulsivo-administrativo por el que las personas, los hermanos, Mengana o Zutano… el Sebas, se convierten en «usuarios» para engrosar dossieres e informes elaborados tras la barrera de una mesa de despacho… Unos cristianos que están dejándose ensanchar el corazón para abrir los horizontes y acoger a quien sea de entre los últimos de nuestra tierra… Cruzarnos con cristianos creyentes, de lenguaje suelto, y no con los moñas estereotipados que copan la imagen sociológica de «los católicos»… eso no tiene precio…
En ese contexto conocimos al Sebas. Un antiguo yonqui protagonista de la fazaña de haber tenido un carnet de identidad cuyo domicilio era «Cañada Real s/n», es decir, un hombre que ha conocido y vivido el pozo de las cadenas, del sufrimiento… La amistad de los bocateros, el ser mirado de otra manera, la presencia de Dios en todo este lío, hicieron el milagro: salió del pozo y se convirtió en imprescindible entre ese grupo de amigos medio locos. Y emergió la bondad.
Como digo, apenas le conocí. Pero sí tuve esa impresión que se tiene con pocas personas: el considerar un privilegio el ser meramente saludado con una sonrisa, el poder decir «le conozco»… Ahí hay un misterio, que el mundo no puede entender. En primer lugar porque el mundo es una mierda. No el proyecto de Dios sino las fachadas que nosotros creamos. Un misterio entonces, el que una persona despreciada por ese mundo sea adelantado del Reino de Dios…Antes de verle hecho polvo en la fiesta de los bocatas y en el hospital hace unos días, le vimos todavía sin caducar en Barcelona. Con su agujero traqueotómico reía a su manera cuando le comenté de lo peculiar de nuestra comunicación: yo, sordo como una tapia, y él, sin poder hablar. Un cromo, lleno de amistad y de alegría. Sebas, tío… ruega por nosotros

Texto escrito por Gerardo, en su blog Disidencia