Antena 3
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Video resumen de la actividad
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HISTORIAS REALES CON LAS QUE NOS VAMOS ENCONTRANDO
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1. Ahora, la necesidad de encontrar habitaciones a familias enteras que no tienen con qué pagar o viven toda una familia dentro de un garaje o en la misma habitación, se suma a la emergencia de alimentos. Hay situaciones muy duras que estamos ya afrontando. Un caso muy llamativo es el de una familia (ya amiga) constituída por 4 adultos (la pareja y los padres de uno de ellos) un bebé de 10 meses y un niño de 3 años. Todos ellos metidos en una habitación con humedades (no os imagináis el olor). Abuelo con cáncer. Madre en silla de ruedas. Solo disponían de una cama de 1.35 y otra de 90 y sin más espacio para moverse durante todo el confinamiento.
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Moviéndolo entre amigos, a través de un contacto de un contacto (que está de voluntario en la residencia de cáritas) vieron la gravedad del caso y por un milagro (los trámites se hicieron en apenas una semana) les consiguieron un piso. Bocatas fue quien hizo la mudanza. Ahora dicen vivir en el paraíso.
Como siempre y bien sabéis, para nosotros el más pobre es el más querido.
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2. Una voluntaria nos cuenta esto:
“Cada día suena el teléfono con muchas personas dispuestas a ayudar. Es conmovedor ver las ganas que tiene la gente de echar una mano. Ayudar, ser útil, darme, echar una mano, acompañar al otro... son palabras que oigo constantemente en los voluntarios. ¿Qué necesitáis? Estoy a vuestro servicio. Frente a la ola de malas noticias o bulos de Internet y medios de comunicación, se despliega toda esta marea de voluntarios, llegados de muy distintas partes, que se ponen a disposición de los más vulnerables. A veces, hasta incluso me dicen: dónde prefiera no, dónde necesitéis más. Frases como ésta siguen corrigiéndome y poniendo en el centro de todo la necesidad de las personas.
De toda esta oleada de llamadas quiero destacar dos momentos. El primero con Paloma. Recibí su correo ofreciendo ayuda y la llamé. Al contestar, se escuchaba una voz amable, sencilla, simpática; de esas con las que empatizas desde el primer momento. Cuando le pregunto qué disponibilidad tiene me dice que está haciendo bizcochos, que ha puesto a sus amigos, conocidos, etc... y que han montado una red de bizcochos solidarios para ayudar. En seguida, se pone manos a la obra y, esa misma tarde, nos mandan unos 80 bizcochos (y nos están ya entregando 100 semanales). Hablo con ella y me organiza para nuestros días de entrega de alimentos dos grupos de voluntarios que se encargaran de hacernos llegar todos los bizcochos. Al colgar, una brizna de calor inundaba el corazón. Era un regalo divino, una muestra de la ternura que Dios tiene con nosotros. Paloma, desde estas líneas; gracias a ti y a todo tu equipo, sobre todo a Elena y Helena.
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El segundo momento está protagonizado por un amigo taxista, Javi. Desde el primer momento sus palabras eran: donde me necesites, lo que tú quieras, donde haga falta. Antes de colgar me pregunta que si se lo puede decir a otros amigos. Le digo que por supuesto. Al día siguiente, tenía un Excel con seis amigos más ofreciendo su coche para poder hacer el reparto de familias. No solo había contactado con ellos sino que había realizado el que era mi trabajo. Me lo daba todo hecho porque sabía que estábamos gestionando muchas cosas. De verdad, cuando abrí ese Excel y vi que ya estaba todo y que estaban todos dispuestos a servir al más necesitado, aluciné.
No puedo estar allí, en el centro de la aventura, pero estoy agradecida porque desde mi sitio, atendiendo a todos y cada uno de los nuevos voluntarios, percibo esta gran caricia del Señor que se va expandiendo, saliendo de mi casa, pasando por todos los voluntarios y llegando a cada uno de los hogares a los que entregamos una caja de comida, una sonrisa y esa caricia. Gracias a todos por hacerlo posible.
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3. Electricistas y soldadores, amigos de amigos que van llegando a la parroquia para: arreglar una puerta necesaria para introducir vehículos en el garaje, tener una instalación eléctrica para poder conectar todos los refrigeradores del almacén,... Mirad qué cara de alegría! |
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