“Cristo y lo divino es cien veces más potente y atractivo que la droga”, afirman los jóvenes de «Bocatas»

El poblado de Valdemingómez, en la Cañada Real Galiana, se ha convertido en el mayor «supermercado» de la droga en Europa

No fue el papa Bergoglio quien les despertó la inquietud social, fue un hombre de su fuste: “un sacerdote muy sensible a los pobres”, reconocen Jesús de Alba, “Chules”, e Ignacio Rodríguez, “Nachito”, dos de los promotores de esta iniciativa que empezó llevando “bocatas” a los sin techo en los pasadizos de la Castellana y ahora se desplazan hasta el “supermercado” de la droga de Madrid, La Cañada Real, donde algunos han visto cadáveres devorados por ratas.

Ambos critican la legalización de estupefacientes en Paraguay, y nos cuentan este largo recorrido de sorpresas, miedos, amistad y Gracia, “porque sin la posibilidad de encontrarse con lo divino, el hombre se queda con la impresión de este mundo como decía Shakespeare: ´Una fábula contada por un idiota”.

– ¿Cómo y por qué nació Bocatas?

Nació no como un proyecto, sino casi por casualidad al llegar un sacerdote muy sensible a los más pobres a nuestra parroquia, quien empezó a llevarles bocadillos. Cuando se fue, después de dos años, empezamos los viernes tres amigos a hacer lo mismo por una zona de Madrid. Viéndolo ahora es seguro que Dios nos bendijo e hizo florecer una obra cristiana de la nada.

Llevamos 18 años yendo todos los viernes por la tarde-noche y ha sido la gran riqueza para nuestro grupo de amigos. Hemos conocido a cientos de personas, sin contar con nuestros grandes amigos salidos del submundo de la pobreza de Madrid. Nuestra vida se ha enriquecido por 10 con esta obra. Por eso, invitamos a todos a que se unan.

– Lleváis 18 años cuando lo normal es que fenezcan estas iniciativas en un par, como mucho ¿Cuál es vuestro secreto para ser tan perennes, máxime cuando sois todos voluntarios?

No deja de sorprendernos la frescura que sigue teniendo Bocatas. El atractivo que sigue suscitando entre tanta gente. Sin duda esa frescura viene de haber mantenido y seguido el mismo método del origen: la sorpresa de una respuesta al deseo de felicidad del hombre que existe históricamente, carnalmente, en la Iglesia. Dios llega hasta los últimos rincones de la Tierra gracias a aquellos que le aman. Jamás hemos dejado de confiar en ese misterioso origen fuente de la vida y la alegría.

El problema de este tipo de obras es cuando el acento pasa de esta sorpresa del encuentro con lo divino a una organización. Al principio parece que se es más incidente y más resolutivo en la realidad, pero pronto se muestra la fatiga y el cansancio fruto de la profunda estructura del corazón del hombre, que está hecho para algo divino y no para un proyecto humano propio.

– ¿Por qué dirigir vuestra actividad a drogodependientes?

Por pura casualidad. Estábamos en una zona de la ciudad de Madrid con todo tipo de gente sin techo. Un buen día se disgregaron todos tras cerrar el Ayuntamiento un paso subterráneo. Uno de nosotros vio en la TV que existía el poblado marginal de las Barranquillas a las afueras de Madrid, el gran supermercado de la droga, y fuimos un viernes a investigar. Íbamos como Ulises y los suyos en busca de las columnas de Hércules. Curiosos y con más miedo que vergüenza, pero ciertos de la oportunidad que se podía dar.

Cuando llegamos allí, estábamos callados y con miedo viendo con pena el enorme espectáculo de la cola de hombrecillos destrozados andando a toda prisa a por su dosis. Nos pusimos a las afueras del poblado. Alguien de nosotros preguntó: “Qué hacemos ahora” y le dije: “dame un bocadillo”. Y se lo dimos a un drogadicto que pasaba por ahí. Rápidamente corrió la voz y así hasta el día de hoy (actualmente, se va a La Cañada Real).

Los drogadictos son los marginados de los marginados, la escoria de la sociedad

– A pesar de no erigir comunidad terapéutica alguna, actualmente, algunos de los adictos están en periodo de desintoxicación y van con vosotros diariamente, ¿les exigís algún tipo de normas que cumplir?

Ninguno de nosotros trabaja como experto del mundo de la droga, sólo hemos tomado en serio la hipótesis cristiana: Cristo respuesta al deseo de felicidad del hombre presente también hoy día a través de aquellos que le aman, de su Iglesia. Haber vivido esto sencillamente, sin pretensión ninguna sobre los drogadictos, mostrándoles la amistad que nosotros hemos encontrado, uno de los regalos más grandes de nuestra vida.

Además, no son tontos y su corazón es estructuralmente el mismo que el nuestro y necesitan las mismas respuestas que nosotros. Ahora nos acompañan seis y vemos estos frutos por gracia de Dios. Nuestra sorpresa es ver que Cristo y lo divino es 100 veces más potente y atractivo que la droga. Es fuerte decirlo, pero es lo que ven nuestros ojos.

La única norma, como en el Evangelio, es la amistad. Cristo eligió amigos para manifestarse al mundo, salvando toda su libertad, permitiéndoles ir haciendo un camino y cumplir su vida.Cualquier otra pretensión o proyecto es violencia sobre el hombre y lo reduce, bien a un pobrecillo incapaz al que hay que decirle lo que debe o no hacer, bien abandonándolo a su propia suerte al no ser capaz de insertarse en un proyecto global como la sociedad de nuestros días.

– En vuestro trato con ellos ¿en qué áreas de su psicología no ha hecho mella la droga?

El gran recurso del hombre es su estructura, cómo está hecho. Lo que la tradición del antiguo Testamento, de los padres de la Iglesia y de la tradición cristiana: el corazón. En el se contiene, por el mero hecho de ser hombre, el gran deseo de felicidad y cumplimiento de la vida. Incluso en el peor de los infiernos, siempre salta el deseo de algo más grande que satisfaga. Darse cuenta de este deseo es ya la antesala del encuentro con Cristo, mendigo del corazón del hombre.

– En este tiempo ¿qué habéis aprendido vosotros de ellos?

Que para ser cristiano, reconocer a Cristo y seguirlo no se requiere ninguna condición previa. Sólo por el hecho de ser hombre, cada célula y átomo de nuestro cuerpo tienen esa sed y deseo del Todo. Dios actúa y se sirve de nuestra carne, de nuestra amistad (comunión) para manifestarse también en medio del infierno que es un poblado marginal de venta de droga. Una de las cosas más espectaculares ha sido ver cómo se nos acercan agradecidos drogadictos cuando rezamos con ellos el Ángelus, y reconocen que ellos también tienen esa necesidad de Infinito, que es mil veces más potente que la droga.

– Recientemente se legalizó el uso de drogas en Paraguay ¿estáis de acuerdo con su legalización y consumo?

No estamos de acuerdo, ni siquiera para el cannabis. Tenemos tantos amigos que han sufrido mucho por estas sustancias, que les han esclavizado hasta límites que no podemos imaginar, que no podemos estar de acuerdo en fomentar su cultivo y consumo. Más bien estamos a favor de legalizar y fomentar la libertad religiosa en todo el mundo, vértice del resto de libertades y derechos del hombre, porque sin la posibilidad de encontrarse con lo divino, el hombre se queda con la impresión de este mundo como decía Shakespeare: “Una fábula contada por un idiota”.

– ¿Os sentís identificados con las palabras del papa Francisco de ir a buscar a las personas a “las periferias existenciales”?

Estamos agradecidísimos a este Papa Francisco. Sin duda, hay muchos agujeros negros de marginación y violencia, y uno de ellos es el poblado marginal de venta de drogas en Madrid. Aquí la realidad supera a la ficción: tengo amigos que han visto cadáveres devorados por las ratas. ¿Se imagina alguien que Dios llegue carnalmente a un lugar así? Y sucede. Me conmueve a mí sólo de pensarlo.

– El papa Francisco ha puesto el centro de su pontificado en Cristo y en la imagen de Dios, el hombre. Vosotros hace tiempo vais en esa línea. ¿Qué opináis de su ministerio tan implicado con el hombre sufriente en todas sus variables?

Es increíble la sencillez y objetividad del método que Dios eligió para hacerse presente y reconocible al hombre de todos los tiempos. Una amistad, una comunión vivida entre aquellos que ya le pertenecen y le aman. La figura del Papa asegura por el mero hecho de existir que esta presencia sea eficaz y la misma en todo el mundo: sin la Iglesia no podría haber esperanza en este mundo. Y no es un slogan.

Fuente: Aleteia
Enrique Chuvieco
14 de agosto de 2013