Hoy, 15 de mayo, vamos a hablar de un tema interesante: ¿CRISTIANOS Y MUSULMANES?

15 de mayo. Hoy los cristianos celebramos la festividad de San Isidro, santo madrileño que según la tradición nació en el Madrid islámico a finales del s. XI. Los musulmanes, por su parte, celebran hoy el penúltimo viernes de Ramadán: el viernes para ellos es el día de la oración en comunidad (yawm al-ŷumuʿa) y el ramadán es el mes del año dedicado al ayuno, la caridad y la purificación espiritual. Para nosotros, los bocateros, es viernes de poblado; viernes de salir a las periferias a llevar comida y calor humano.

Bocatas nace de un grupo de amigos que viven la experiencia cristiana. Entre nosotros, claro, hay personas no cristianas, pero podemos decir abiertamente que Bocatas es un grupo de amigos cristianos. Es un trocito de la Iglesia (y, ¿qué es la Iglesia? El conjunto de los llamados por Cristo: ékklētoí, “los llamados” —> ekklesia —> Iglesia). Nuestra sede de operaciones es la parroquia Santo Tomás Apóstol (ese que no creyó en la Resurrección hasta ver al mismo Jesús y meter su dedo en la llaga; ese que más se parece al incrédulo hombre moderno que todos llevamos dentro). En la parroquia viven nuestros dos curas, Jorge y Jesús. Con ellos viven dos chavales marroquíes musulmanes (ex-menas que al cumplir la mayoría de edad se vieron en la calle), Moha y Hamza, y hace un tiempo vivió con ellos Ahmad, un refugiado sirio. En la parroquia. En un templo católico. Vienen todos los viernes a Bocatas, son bocateros como el resto, “bocateros de pro”. Van en un coche un cura, un moro, una pija de universidad privada y un ex-yonki… parece un chiste, pero no lo es: son los bocateros yendo a la Cañada, o de excursión a la montaña, o a un concierto, o a la playa.

Entre las personas que ayudamos hay gente de muy diversos países, etnias y religiones. Muchas familias de musulmanes. Y por supuesto intentamos en la medida de lo posible adaptar sus bolsas de comida y sus menús a las prescripciones alimentarias de su religión. Faltaría más. Nosotros creemos en el profundo valor que el factor religioso tiene para forjar la humanidad de las personas, para dar un sentido a la vida y, por ende, para favorecer la convivencia. Léase al respecto el documento que ha publicado la Iglesia con el título “Libertad religiosa para el bien de todos”, o escuchen un resumen en esta entrevista a uno de los teólogos responsables del mismo.

Pero, ¿es esto posible? ¿Unos “moritos” viviendo en la parroquia? ¿Una asociación caritativa católica dando de comer a familias musulmanas? ¡Y adaptándose a sus creencias respecto a ciertos alimentos! Pero, vamos a ver: ¿no nos han dicho que los católicos españoles son todos de derechas, españolistas, anti-inmigrantes, pijos, cayetanos, islamófobos, etc? ¿No es eso lo que nos venden los medios de comunicación y los políticos de moda? Aquí hay gato encerrado.

Efectivamente hay gato encerrado, pero no en Bocatas, en nuestra parroquia o en la Iglesia: el gato encerrado está en esos medios de comunicación y esos políticos que, antirreligiosos y anticatólicos hasta la médula, quieren convencer a la sociedad, a base de mentiras ideológicas, de que la Iglesia es el problema y de que estaríamos mejor en un mundo sin religiones y sin Dios; como canta Lennon: living life in peace sin heaven, ni hell, ni religion.

España está atravesada por prejuicios ideológicos que encasillan a las personas bajo determinadas etiquetas: si es católico es de derechas y seguramente de Vox; si va a un colegio concertado es un cayetano; si no apoya el aborto es un retrógrado y un facha, etc., etc. Bueno señores, pues como dijo San Pablo, «ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gal 3,28). Para los cristianos no hay distinción en el amor (caritas significa amor): el cristiano (que no es el que sigue unas normas morales o el que cree en determinadas cosas que no puede demostrar, sino aquel que se ha encontrado con Cristo) sabe que la vida está para darla —como la dio Jesús por nosotros—. ¿Para darla por quién? ¿Solo por los católicos? ¿Solo por los españoles? ¿Solo por los de derechas? ¡Anda ya! ¡No, no, no y no! A pesar de todos los errores que a lo largo de la historia hemos cometido (…y cometeremos…) los cristianos, nuestro ideal moral, el Dios hecho carne del Evangelio, no mira distinto al griego, al romano o al judío; al hombre o a la mujer; al madrileño o al catalán; al español o al sudamericano; al europeo o al marroquí. No, señores. Nosotros no somos ni de derechas ni de izquierdas, ni nacionalistas ni internacionalistas. Somos cristianos católicos: cristianos (seguidores de Cristo) y católicos (llamados a la universalidad, a llegar al mundo entero: katholicos significa universal).

Está de moda declararse como “asociación laica y no confesional”: lo políticamente correcto es dejar lo religioso para el ámbito privado y no confesar la propia fe, no vaya a ser que a uno le tachen de yo-qué-sé. Nosotros jamás nos pondremos la etiqueta de “ONG laica” u “ONG aconfesional”. Somos un grupo de amigos cristianos, conmovidos y arrastrados por el encuentro con Cristo, y todo “nuestro hacer” (todo lo que hacemos con el nombre de Bocatas: ir a la Cañada Real los viernes; acompañar a mil y pico familias en tiempos de COVID-19; acoger en la parroquia a chavales musulmanes; ir a la montaña con yonkis, exyonkis, curas, “moros”, gitanos, coletas y cayetanos, etc.) nace de ese encuentro: como una fuente, de ese encuentro con Cristo que nos cambia, brota toda nuestra vida y todo nuestro hacer. Por tanto, ¿somos una asociación aconfesional? ¡Vaya usted a saber lo que significa eso! Bocatas nace de ese encuentro con Cristo, de ese ser llamados por Cristo y por eso es un pedacito de la Iglesia.

Volviendo al tema con el que empezábamos: ¿cristianos y musulmanes conviviendo? ¿construyendo juntos bajo el nombre de Bocatas y bajo el techo de una parroquia? ¿ayudando (amando) a miles de personas de todo credo y color? Sí, señores. Claro que es posible. Y en esto Bocatas no es ninguna novedad: Bocatas no ha creado ni generado nada; Bocatas no quiere ponerse ninguna chapita. Toda la novedad nació con Cristo: es Él quien generó, hace dos mil años, una humanidad nueva; una humanidad llamada a romper fronteras, a amar por encima de cualquier medida o ley humana; una humanidad llamada a amar a moros, a cristianos, a yonkis, a gitanos, a coletas y a cayetanos. Una humanidad nueva. Un hombre nuevo. Y esto no es un invento de Bocatas; Bocatas no ha inventado nada; estaba todo hace ya dos mil años. Bueno, me corrijo: invento en latín (inventum) significa encuentro, hallazgo, descubrimiento, de modo que inventar no significa “sacarse de la chistera” o “crear algo novedoso, de la nada”, sino encontrar, hallar. El invento bocatero, en este sentido, es el encuentro con la verdad del Evangelio: una forma de vivir totalmente novedosa, que conmueve y remueve al hombre y lo mueve a amar sin fronteras ideológicas. Lo único que ha inventado Bocatas —en el sentido latino de encontrar— es eso que desde hace dos mil años está presente en el mundo al alcance de la mano, a tiro de piedra o, mejor, «a tiro de encuentro».

El Amor Vence Siempre, y el Amor no tiene fronteras ideológicas, políticas, raciales o religiosas.

PD: nuestro amigo Gerry de Toledo, dedicado por entero y de forma radical a los pobres, acaba de publicar un libro que habla precisamente de estas cuestiones: de la relación entre cristianos y musulmanes, de cómo los cristianos estamos llamados a amar a los musulmanes. “En nombre de Dios, amad a los musulmanes” se llama el libro. Podéis comprarlo en Amazon.

Artículo escrito por Ignacio Cabello*

*Su opinión no expresa la opinión oficial de Bocatas.