* En verano de 2016, durante una semana de vacaciones entre amigos de Bocatas, varios de nosotros preparamos una velada musical sobre Antonio Vega, cantando algunas de sus canciones y haciendo un recorrido por su vida y sus letras. No pudimos grabarlo entero, así que aquí hemos metido vídeos de otro concierto (mucho más grande, ¡vino hasta la familia de Antonio!) que hicimos en abril de 2017.
1. Introducción
Antonio Vega fue un gran cantautor y poeta que a través de sus canciones expresa lo que pocos músicos han logrado expresar. Cantó al amor y al desamor, a la alegría y a la tristeza, a la luna y a las estrellas, al océano y al sol, a ángeles y a gigantes, al chaval y al anciano, a la mujer y al caballo, a sus padres y a sus amigos, al ser mundano y al poder divino, a sus héroes y heroínas, a sus miedos y a sus pasiones, a los sueños y a las pesadillas, a los demás y a sí mismo, a la luz y a la noche oscura, a la quietud y a la locura, al infinito y a la nostalgia, a sus más profundos deseos y a la impotencia que todos hemos sentido alguna vez ante nuestro abismo interior. Cantó, en definitiva, a ese grito que nacía de lo más hondo de su ser, esas notas únicas e irrepetibles que, como un pedal de bajo en ostinato, sonaban de manera constante en su corazón. Y así, cantando a su corazón, llegó al corazón de muchos de nosotros, tocando y haciendo vibrar esas cuerdas recónditas que desatan en nuestro interior un mar infinito de emociones.
Lucha de gigantes expresa la lucha interna que Antonio y todos nosotros podemos tener en tantos momentos de nuestras vidas, esa sensación de fragilidad a la hora de enfrentarnos a ciertas situaciones o de buscar nuestro sitio en un mundo tan grande.
«Lucha de gigantes, convierte el aire en gas natural», es decir, la lucha contra nuestros propios gigantes interiores que tenemos todos, convierte el aire (aquello que necesitamos para vivir y que está presente en todas partes) en gas natural (un gas que no podemos respirar, que nos asfixiaría); es decir, esas luchas internas que tenemos convierten el aire, la vida, en algo que nos asfixia y nos genera angustia. Es esa sensación de sentir que te ahogas en mitad de las olas de un mar ajetreado. «En un mundo descomunal siento mi fragilidad». Es tan fácil verse pequeño y solo frente a la enormidad del mundo que puedes acabar sintiendo enemigos invisibles y «fantasmas terribles» por todos lados hasta el punto de “no saber contra quién vas” o si vas sólo o si hay alguien más a tu lado. «Me da miedo la enormidad donde nadie oye mi voz». Antonio siente miedo porque no tiene la certeza de que en esa enormidad que él percibe exista alguien que siempre, todos los días de su vida, vaya a escuchar su voz. Le provoca pánico la soledad.
Es, por así decirlo, la “lucha entre dos gigantes” que todos llevamos dentro: uno que siente miedo de su abismo interior y de la enormidad del mundo y que prefiere que todo sea mentira, «un sueño tonto y no más», y otro gigante que consigue vencer esos miedos y que prefiere desearlo todo. Este gigante, el que lo desea todo, en la última frase de la canción le dice al otro gigante: «deja que pasemos sin miedo». Es Antonio hablando a través de estos gigantes que lleva dentro: por un lado expresa ese miedo que puede sentir en tantas ocasiones y por otro lado el deseo de librarse de ese vértigo para poder “pasar sin miedo”.
2. Los años de la Movida y Nacha Pop
Antonio se introduce en la música durante la adolescencia, cuando aprende a tocar la guitarra imitando a sus hermanos y cuando empieza a juntarse con diferentes amigos para versionear las canciones del momento. Acabado el Liceo Francés se matriculó en un par de carreras universitarias, pero la realidad es que se pasaba todo el tiempo tocando la guitarra y dejó los estudios. Al volver de la mili –donde había compuesto la famosísima Chica de ayer– entró en el grupo de su primo Nacho. Empezaba así su carrera musical con Nacha Pop, uno de los grupos pop-rock más representativos de la Movida Madrileña de los 80. Nacha Pop se mantiene en lo alto de la ola hasta su disolución en 1988, la cual se debió a un cúmulo de razones de entre las que debemos destacar la adicción de Antonio a las drogas y, sobre todo, las crecientes diferencias entre Antonio y su primo Nacho García Vega.
La juventud de finales de los 70 protagonizó, con la llegada de la democracia y las libertades, una revolución cultural que tuvo su principal reflejo en la música pop, rock y punk. Madrid empezó a vivir de noche, los garitos se llenaban y aparecían grupos de debajo de las piedras. Y el ansia por ampliar horizontes y acumular experiencias llevó a muchos jóvenes que quisieron vivir de manera diferente a sus padres a probar las drogas, que pronto se popularizaron. Y Antonio no fue un caso aparte. Había conocido la heroína a los 22 añitos con unos amigos y con su novia Teresa, con la que se casaría a los 29. Para él el descubrimiento de la heroína fue algo asombroso, un sinfín de experiencias y un torrente de sensaciones nuevas.
Ahora vamos a escuchar Se dejaba llevar por ti. «La letra trata de la heroína, pero no deja de ser una canción de amor. Una canción de ataduras como dice él, pero también una historia de seres humanos. Una generación entera en algún momento se enamoró cruelmente de ella. La gran mayoría no salió indemne de esa relación como tampoco se sale de las relaciones sentimentales».
3. No se irá mañana
Acaba Nacha Pop, Nacho García Vega monta un grupo con Carlos Brookling, y Antonio se queda apartado del mundo de la música, se encierra en sí mismo y empieza a no salir ni dejarse ver, no salía de casa más que para pillar. Está así tres o cuatro años, sin hacer música, y mucha gente empieza a darle por muerto. Se habla de “ese chico triste y solitario” que una vez muerto Nacha Pop ha caído en el anonimato y la inactividad; casi que le ponen fecha de caducidad. Entonces, en 1991 Antonio saca su primer disco en solitario No me iré mañana, una forma de llamar la atención a todos esos que le daban por acabado, para decir “eh, que sigo aquí y no me iré mañana, que voy a seguir aquí muchos años haciendo música”.
Ahora vamos a escuchar Esperando nada, un tema que «relata el estado de ingravidez que atravesé sin hacer música» y que describe la incertidumbre de la espera permanente, esa melancolía de asumir que la mayoría de las veces no hay nada por lo que valga la pena esperar.
En el estribillo de Tesoros dice: «Suena un despertador, y el da la vida, sin ser Dios, por una antigua vocación». Está hablando de su padre, que era médico y todas las mañanas se levantaba como muy temprano para ir a su consulta.
4. Raíces familiares
Nos sorprende cómo Antonio, a pesar de su adicción a las drogas –los que conocemos del poblado cortan totalmente la relación con su familia, pensemos en Sandokan, que se reencontró con su familia hace un par de años– y vagando de un sitio a otro, siempre mantuvo un fuerte vínculo con su familia, tanto con sus cinco hermanos –dos de los cuales fallecieron antes que él–, especialmente con Carlos, que en los momentos más duros de su adicción le cuidó mucho, como con sus padres, a los que siempre quiso muchísimo.
«De ellos aprendí a hablar, necesité entonces escribir; de ellos aprendía a escribir, necesité entonces cantar; de ellos aprendí a cantar, entonces necesité cantarles a ellos». Antonio les dedica esta canción, Hablando de ellos. La letra no tiene desperdicio: «Hallé en los dos a los guías de mi emoción desbocada».
5. El deseo en la figura de Antonio
Una de las cosas que más nos mola de Antonio es el deseo tan grande que tiene. Nada le basta, pero al mismo tiempo se maravilla con todas las cosas, el universo, las estrellas, el océano, las montañas. Está siempre de aquí para allá, cuando no está tocando la guitarra está construyendo maquetas de trenes o desmontando baterías de coche. Era un culo inquieto; de hecho lo que hacía era dormir 15 minutos cada 4 horas de trabajo, no tenía ningún orden de vida. Nácho Béjar, guitarrista de la banda, cuenta que en una ocasión Antonio le dijo «¿Sabes qué pasa Nacho? Que a veces el mundo se me queda pequeño; con lo grande que es y este planeta se me queda muy pequeño».
Cuando le preguntan cómo nacen las canciones, responde que nacen de él pero sin que él lo decida, no es algo que se proponga hacer, sino que es como una fuerza exterior, algo fuera de él que pasa a través de él y entonces nacen las canciones. No es que él se proponga hacer canciones por hacer canciones, sino que le salen solas. Tiene un don y se pone al servicio de los demás.
Está siempre disponible a los demás y es un tío generoso, si alguno de sus amigos necesita algo o si se le ocurre que algo puede hacerles ilusión, se lo compra y se lo regala. “Oye Antonio, qué guapas tus zapas”, y al día siguiente se las había dado.
Es un tío sencillo que no se hace problemas de las cosas. Cuando tiene que formar una banda en el 91, llega Nacho Béjar y le dice “me gustaría tocar contigo, ¿me haces una prueba” y le dice “no necesito hacerte una prueba, estás dentro”. Y lo mismo con Basilio, se le acerca y le dice “oye Antonio, he oído que necesitas un teclista, yo podría…” y ya estaba Antonio diciéndole a su manager “eh, coge los datos del chaval que entra en la banda”.
Hay una cita de Antonio que nos llama mucho la atención, en la que habla de su don para la música como parte de la vocación:
En otra ocasión dice lo siguiente:
Ahora vamos a escuchar otra canción de Antonio que expresa muy bien esta posición de apertura y disposición en la vida, de querer vivirla: «Y por esto vivo el día, día simple, día claro, vivo al menos sin temores, sin el miedo de gozar».
6. «¿Cuántas veces te has enamorado? De forma apasionada dos»
Cuando preguntaron a Antonio cuántas veces se había enamorado respondió: «De forma apasionada, dos. Con Marga fue más enfermizo. Con Teresa no fue tan explosivo, fue muy ardiente y muy profundo, pero no fue tan explosivo. Lo de Marga fue taquicárdico, abrasador».
A Teresa la conoció de joven, pues ambos vivían en La Piovera. A los 21 empezaron a salir, y estuvieron de novios hasta los 29, cuando se casaron. A ella le dedicó canciones como Elixir de juventud, así como los siguientes versos:
Su relación estuvo desde el principio traspasada por la heroína: «Del elixir de juventud bebimos juntos prometiéndonos la vida». Intentaron quitarse juntos muchas veces, pero nunca funcionó, hasta que finalmente Teresa, tras 18 años conviviendo juntos, vio claro que si quería dejar el caballo tenía que dejar también a Antonio, y así fue: le dejó por supervivencia.
Al irse Teresa en 1996 Antonio empezó a tener una relación más estrecha con Marga, que por aquel entonces trabajaba en la compañía discográfica de Antonio. Y sin darse cuenta, lo que había entre ellos se transformó en una historia de amor donde los dos se entregaron inmediata e incondicionalmente. Marga fue un torbellino que llenó a Antonio de esperanza:
Antonio le escribe esta canción, Seda y hierro, que se refiere a su fuerza, a su intensidad, a su entrega y disposición. Acaba diciendo: «Quisiera que mi mano fuera la mano que talló tu pecho blando en material tan duro». Está reconociendo la genialidad del que ha creado a Marga; de hecho él quisiera ser ese, porque reconoce una perfección en ella. Por primera vez, la perfección que encontraba en el Universo, aparece cercana, encarnada.
7. 3000 Noches con Marga
En febrero de 2004 Marga fallece de una parálisis cerebral y Antonio entra en depresión:
«Cuando murió Margarita me vine abajo de tal manera que yo me quería hundir, estaba absolutamente desesperado, desesperado, desesperado, no hay palabras para entenderlo, no hay palabra humana que pueda ni acercarse al estado en que yo me hallaba. Absolutamente perdido, con un dolor horroroso, horrible, no había día, y hasta hace muy poco, no hay día que no rompiera a llorar desesperadamente por su recuerdo, desesperadamente».
Su fiel amigo Basilio le propuso trabajar en un nuevo disco dedicado a Marga, y esto es lo que le sacó del bache:
«Hacia finales del mes de Junio del año 2004, y después de pasar por el peor momento de mi vida, sin duda, comenzó la aventura de este ‘3000 noches con Marga’.
Con vehemencia enfermiza, me sumergí en una dedicación incesante a mi trabajo. Escribí, arreglé y di forma, una a una, a los temas que componen esta obra en un momento en el que, como hoy, mi corazón se hallaba desbordado por el dolor. Todo giraba en torno a la figura de Margarita del Río Reyes, la mujer que me lo dio todo por nada y a la que he consagrado mi vida entera. Lo que me quede de ella».
«Realmente ella me dejó absolutamente lleno de amor, me dejó un corazón limpio y los mecanismos del amor activos y yo tengo la sensación de estar completamente enamorado de ella y estoy en la situación que tiene alguien de estar enamorado de alguien, aunque ella no está, pero yo estoy enamorado de ella. De alguna manera es una forma de estar permanentemente conmigo, porque se fue y me dejó lleno, me dejó el suficiente amor para seguir amándola toda la vida».
«Me ahogo en la congoja de tu recuerdo ausente
De mi garganta anudada, mi soledad temprana
Cansado de caminos que no conducen a nada
¿Hasta dónde llega la vida?
¿De dónde viene la muerte?
Todos los días he llorado tu marcha
Y lo he hecho solo
Y solo grito tu nombre
Empeñado en pronunciarlo
Y hacer del ayer, mañana
Y del mañana, presente…»
Ahora vamos a escuchar Caminos infinitos, de este disco. La letra de esta canción no la hubiera escrito jamás si no hubiera tenido que pasar por aquel bache tan gordo que supuso la muerte de Marga. Hacer el disco de 3000 Noches con Marga es para Antonio la oportunidad de superar el profundo dolor que le había invadido: se le abre una puerta para salir adelante y descubrir caminos infinitos, como dice la letra.
En la segunda estrofa vemos cómo la muerte de Marga obliga a Antonio a volver a empezar de nuevo: «De las anchas calles al estrecho callejón; del mechero al primer fuego, de la cima al socavón», es decir, siempre volviendo al origen: de las anchas calles, la autopista al estrecho callejón donde es más difícil circular; del mechero al primer fuego de la historia, y de la cima, desde lo más alto, al socavón, lo más bajo. Tras describir este bache, que supone la necesidad de volver a empezar, Antonio afirma que, a pesar del dolor y la dificultad, existen caminos infinitos para volver a empezar y retomar sus orígenes –y cita canciones de su época con Nacha Pop–: para encontrar una luz de cruce que le guíe en la vida, otra señal de bus, y para recuperar cada uno su razón y su desordenada habitación, es decir, sus orígenes, lo cotidiano, su vida.
8. Muerte de Antonio
«…ya no tan lejos, se acerca la ansiada primavera.
Una de esas tardes, Antonio Vega se encuentra en Cercedilla, el pueblo de la sierra madrileña en el que vive desde hace un año. Ha vivido muchas veces en la sierra norte y es un clima que le gusta. Por la zona también viven muchos otros músicos. Si uno no debe fichar todos los días en la oficina y tiene un trabajo con horario flexible puede permitirse el lujo de hacer las maletas e instalarse en uno de tantos pueblos de la sierra madrileña, en aquella zona que eligió Felipe II para dejar constancia de su paso por el mundo.
Esta tarde, Antonio se ha acercado a casa de Anye Bao a intentar arrancar su moto. Lleva un par de semanas aparcada en la puerta y hoy es el día elegido para recuperarla. Le acompañan Basilio Martí y David Bao, el hijo de Anye que –como su padre y su tío Pepe– es un músico cojonudo que continua la estirpe profesional familiar. El caso es que entre los tres intentan arrancar a capón la Custom 650 de Antonio que se quedó allí, tirada, hace ya un par de semanas.
El invierno ha sido bastante provechoso. Los conciertos de la gira de teatros están siendo un éxito y el último, en Bilbao, salió redondo. La banda perfectamente medida, los músicos enormes y Antonio, tanto musical como vocalmente, mejor que nunca. Es una realidad desde hace tiempo que el sonido de Antonio está en su mejor momento. En los últimos años ha dado un paso de gigante en cuanto a técnica y definición con el instrumento.
Desde hace días Antonio ha dejado de fumar. Ya no aspira más que aire. Lo que podría considerarse una buena señal, en realidad, es todo lo contrario, pero por el momento es recibida con ilusión por todos.
Antonio se sube encima y espera a que Basi y David empujen la moto lo suficiente como para meter segunda de golpe y arrancarla a capón. La moto pesa por lo menos 200 kilos y en plano no es fácil coger la suficiente velocidad.
En mitad de la operación, salta la alarma.
– Parad, parad, estoy muy cansado.
Los dos arrieros se ríen.
– ¡Pues imagínate nosotros, que somos los que estamos empujando!
– Que no, que es en serio. Estoy muy cansado.
Otra vez neumonía. Ya no hay risas. Lo que hay es un ingreso en el Hospital 12 de Octubre y malas noticias. La neumonía es severa.
[…] Hay metástasis en los huesos de las costillas y en breve se extenderá por doquier. En cuanto se lo confirman a Antonio les dice a los médicos que ya están tardando con el tratamiento. Está seguro que una vez derrotada la enfermedad todo volverá a la normalidad. Ha estado demasiadas veces al borde como para darle mayor importancia. «He salido de peores que ésta» dice cuando le preguntan.
[…] Y su cuerpo, ese cuerpo capaz de resistir lo irresistible, que había salido airoso de décadas de excesos, en esta ocasión no lo soportó y se rindió ante el avance del veneno.
Los peores temores se confirman. Los médicos poco pueden hacer llegados a este punto. Lo único, aliviar en la medida de lo posible el dolor.
Los siguientes días son terribles. Antonio se va consumiendo a un ritmo vertiginoso. Está dormido la mayor parte del día, y cuando despierta apenas tiene fuerza para hablar.
Ya no queda mucho tiempo. A Mari Luz se le rompe el corazón, otra vez. Dicen que cuánto más te quiere Dios, más te hace sufrir. Qué extraña manera de demostrarlo.
Antonio no quiere separarse un solo minuto de sus hermanos. La familia le arropa y se queda con él, acompañándole, dándole ánimos cada vez que abre los ojos y despierta aunque sean unos segundos. Los médicos no entienden cómo es posible que recupere la conciencia con la cantidad de morfina y demás sedantes que le dan.
La mañana del 12 de mayo Carlos y Cristina están en la habitación de Antonio. Queca, la última novia de Antonio también se encuentra en la habitación pero está adormilada en el sillón. Saben que se acerca el final. Antonio, como si supiera que Laura aún no ha llegado, la espera. En cuanto Laura entra y los cuatro hermanos están juntos, la frecuencia en la respiración de Antonio se empieza a dilatar. Carlos susurra al oído de su hermano cosas que sólo ellos dos saben. En ese momento, Antonio mueve la cabeza en el último aliento y brota una lágrima de sus ojos cerrados» (Juan Bosco, Antonio Vega. Mis cuatro estaciones).
«¿Qué pasaría si Antonio fuese una persona sana, viva, brillante, lúcida y cabal? ¿Se destruiría el mito? ¿Ya no sería bonita la leyenda? Pues eso es lo que quiero, que se destruya ese mito, que se rompa la leyenda. Que muchos se lleven el desencanto que se tienen que llevar para darse cuenta de que en un futuro no muy lejano habrá un encanto, un mito y una leyenda mayores que pasaran por encima de todo eso» (Juan Bosco, Antonio Vega. Mis cuatro estaciones).
Para acabar, escuchamos la canción más emblemática de Antonio, que expresa aquel sitio en el que el corazón de uno descansa: El sitio de mi recreo.